MASCATO




A pesar de mi condición de cuadrúpedo y mi naturaleza canina, un tanto voluminosa he de reconocer, siento especial predilección, incluso fascinación, por las criaturas menudas, en especial gatitos y aves, estas últimas bípedas, como los humanos, aunque sus alas les permiten desplazarse por los cielos y navegar en el viento, según explica Fe, que lo traduce todo a dimensiones náuticas.


Esta última característica, la del vuelo, hace que todos mis esfuerzos por relacionarme y tomar contacto con estas criaturas resulten vanos, pues en cuanto me ven acercarme emprenden el vuelo; con los gatitos acabo consiguiéndolo aunque me cueste soportar múltiples bufidos y algún arañazo.

En algunos casos, como el de esta preciosa y marinera ave que descansaba en aguas de las islas Cíes y que en Galicia llaman Mascato, se produce una conexión especial; llegamos a acercarnos mucho y casi llegamos a navegar juntos, chapoteando y danzando alegremente por mares y vientos, en el océano sin límites de la imaginación.



También llamado Alcatraz Atántico, se trata de una de las aves marinas más majestuosas y bellas; muy celebrada por los pescadores pues su presencia suele ser seña inequívoca de la presencia abundante de peces y alimenta, por tanto, la esperanza de una buena jornada de pesca.


Este ejemplar joven se paseaba por aguas de las Islas Cíes, por momentos rodeado de gaviotas, tal vez descansando de sus elegantes y certeras zambullidas.

Reproducimos a continuación, por su belleza y acierto descriptivo un párrafo del insigne escritor gallego Eduardo Blanco Amor sobre esta magnífica ave:

“El mascato es cisne en su reposo aristocrático, flotando sobre las aguas, y es halcón en el vuelo, jugando su cetrería bajo arcos de sol. Cada penacho espumoso es su alcándara. Su vuelo asciende en una espiral amplísima y perfecta. A su lado las gaviotas descaradas, gritonas y hambrientas, semejan pandillones de arrapiezos malcriados.

El mascato es también magnífico por su soledad. Su finura y su porte excluyen la bandada. Esquiva la promiscuidad y la mescolanza. Una inmensa heredad de olas le pertenece y él mismo es, en el aire el punto central de su vasto señorío. Su ojo, profundo como una sonda y extenso como una singladura, vigila desde allá arriba.”

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