Cangas del Morrazo

Una de las cosas buenas de Cangas es la pasión por las terrazas. En cuanto sale un rayo de sol, la gente se echa a las calles y terracea. De hecho, las instalan incluso en pleno invierno, aunque llueva. Me encanta esta costumbre porque así siempre puedo acompañarlos a desayunar o tomar un refrigerio.
Me gusta mucho La Marina, a la altura del puerto deportivo. Es un bar como de los de viejo, donde se jugaba al dominó, cartas y ajedrez entre humo y olor a café. Tienen unos churritos buenísimos y magdalenas de panadería muy ricas. Eso más un café con leche y un té 2.70 en la terraza. Los bocatas de jamón asado con queso también están muy buenos.
También es muy recomendable el casco antiguo. Es muy tranquilo, fresquito en verano y abrigado en invierno. La ex-colegiata, de fachada renacentista, es el monumento más destacado. Merece la pena pasear por las calles y observar las casas de patín (escalera exterior adosada) que eran las viviendas de los marineros, donde charlaban al fresco y se cosían y ponían a secar las redes.
El mercado es otro de mis lugares favoritos: pescado y marisco fresquísimo y variado a buen precio. Las pescantinas son muy amables y hay una especialmente encantadora que siempre mete en la bolsa un pescadito pequeño para mí.
La calle real tiene un toque bastante señorial con casas blasonadas y luminosas galerías. Hay muchos perros por la calle y hasta hay una joyería con un letrero que admite nuestra entrada. No es que me interesen mucho las joyas pero agradezco el detalle.
Pero, sin duda, lo más interesante sucede los sábados por la tarde hacia las 7-8. Si paseas en dirección a la calle real desde el mercado, notarás uno de los olores más deliciosos que hayas experimentado.
Según los científicos, el ser humano tiene unos 5 millones de células olfativas. Nosotros 200 millones, pero no temáis, este olor puede también ser percibido por el hombre. Cada vez que aparece, mis humanos se dirigen, como abducidos, al lugar de procedencia: la pastelería artesana “La Vaguada”, en la Plaza de la Constitución (Tlf. 986302033) y cogen, según sale del horno, un esponjoso brazo, con una masita tipo roscón de Reyes absolutamente sublime. Aunque lo tengo totalmente prohibido, logré pillar unas migas y su sabor y textura aun persiste en mi memoria. Es mejor encargar. Se corre el gran riesgo de llegar allí y que te digan, ante un mostrador lleno de brazos humeantes, que ya no quedan.
Y siguiendo con la comida, hay muchos sitios con terraza donde podemos degustar delicias de la ría. Mi favorito es el Macillos (986300517), en el casco antiguo, a la altura de la estación marítima, donde por menos de 10€ puedes tomar un menú estupendo. En esta ocasión nos tocó chocos en su tinta con arroz y fritada de pescaditos variada con pimientos de padrón. Hmmm.
El paseo marítimo es también muy recomendable: desde la estación marítima sale el barco cada media hora para Vigo. Somos admitidos a bordo y no pagamos. La travesía es muy agradable y la zona a la de Vigo a la que llegamos es bastante perruna, con áreas verdes y muchas terrazas (ver Vigo). Junto a la estación marítima se encuentra también la oficina de información turística donde facilitan toda la información sobre la zona. Son muy maj@s. Para alojarse en la zona, hay varios establecimientos que nos admiten. Muy recomendable la Casa Rural do Ouro http://casadouro.blogspot.com/ . Teléfono: 986 328 451 o 617 202 918. Desde 64€ la habitación, iva incluido.
Me ha entrado mucha hambre. A ver si cae algo...

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